Esta es una frase que tiene un significado filosófico y espiritual profundo, y puede interpretarse de diversas maneras. Una posible interpretación es la siguiente:
El que dice que es Dios y no lo es: esta parte se refiere a las personas que hablan de Dios y se autoproclaman como líderes espirituales o profetas, pero que en realidad no tienen la sabiduría ni el poder divino. En otras palabras, estas personas pueden estar engañando a otros o a sí mismas al creer que tienen el poder divino.
El que sabe que es Dios y no lo dice: esta parte se refiere a las personas que han alcanzado la iluminación espiritual y saben que su verdadera esencia es divina, pero no lo expresan con palabras. Estas personas pueden considerar que las palabras no son suficientes para describir la experiencia de la divinidad, o pueden sentir que no necesitan decirlo porque su presencia y acciones reflejan su naturaleza divina.
En resumen, esta frase sugiere que el verdadero conocimiento y experiencia de Dios no se limita a las palabras o las apariencias, sino que está profundamente arraigado en la sabiduría y la presencia divina.
Esta es otra frase que también puede interpretarse de diversas maneras, y puede generar cierta ambigüedad en su significado. Una posible interpretación es la siguiente:
El que es Dios y no lo sabe: esta parte se refiere a las personas que, sin saberlo, tienen una chispa divina dentro de sí mismas. Es decir, todas las personas son parte de la creación divina y tienen el potencial de conectarse con lo divino, pero muchas veces no son conscientes de ello.
El que sabe que es Dios y no lo es: esta parte se refiere a las personas que se autoproclaman como Dios, pero que en realidad no tienen la sabiduría ni el poder divino. Estas personas pueden estar engañando a otros o a sí mismas al creer que tienen el poder divino.
En resumen, esta frase sugiere que el conocimiento y la experiencia de la divinidad no se limitan a una sola persona o a una sola forma de pensar, y que pueden ser más complejos de lo que parecen a simple vista. Es importante tener en cuenta que, en cualquier caso, la verdadera conexión con lo divino va más allá de las apariencias y las palabras, y se encuentra en la sabiduría y la presencia divina que está dentro de cada uno de nosotros.